Tre mosche...
Tutto è solo colore
Una vorágine sudorosa de culos y tetas atraviesa un pasillo angosto como una masa amorfa, abriéndose paso entre una multitud de muslos y braguetas iluminadas por farolas que parpadean a destiempo como drones. Es una escenografía ridiculamente galáctica, los escotes se materializan en la oscuridad para volver a ser engullidos de inmediato por la densidad de un humo fantasmagórico. Un culo brilla repentino, forrado de raso resplandeciente. La delicia y el suplicio de las formas prietas, sublimadas por la guarangada del primetime, donde pululan erecciones anhelantes al ritmo de la cumbia que arde sobre una línea de bajo que estira los tímpanos como chicles pegándose a la sección percusiva, que en realidad es solo un palito haciendo toc...toc...toc a lo largo de toda la canción, y de todas las canciones por venir (que son una misma y única canción).
La notte di verità
Las luces estrobos obnubilan, y avanza hacia la barra con paso incierto
las tripas arden, como fuegos fatuos en la oscuridad, y una flor roja
que expande sus pétalos de fina asimetría, a través de la gasa
donde la realidad se funde con la carne en miles de millares
de partículas de polvo, la risa y el humo, rostros que se acercan y se alejan,
los meteoritos fotónicos saltando en la corriente alterna de la noche.
Anhela el regreso al vientre materno, la quietud cetácea
las sábanas perfumadas de una cama recién hecha, un plato
de sopa humeante que nos aleje a todos de la ingente oscuridad.
Nella terra dei sogni
...la débil luz de las velas conjetura el cuerpo desnudo de Esther. Sus pechos se adivinan enormes, aproximándose desde la oscuridad. Cada uno debe tener el tamaño de la cabeza de un hombre. Se acerca hacia mí, con los brazos extendidos hacia adelante. Sus manos se abren y se cierran convulsivas, como buscando tocar. Su respiración se vuelve intensa, abunda en gemidos cortos y gorgoteos como de saliva espesa. Las yemas de sus dedos estan heladas. Un aroma denso flota en el aire. Sus ojos vitriólicos inmensos lo miran todo con una lujuria sobrehumana, la misma negrura en los ojos del buey, y de la mosca...
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