Chueca an > Dante: una mierda envuelta en papel de regalo.
mi prese del costui piacer sì forte,
che, come vedi, ancor non m'abbandona.»
Sin duda, quienes han llevado el Infierno de Dante al subsuelo de Madrid, quienes han elegido las luces rojas de neón y las citas literarias que dan la bienvenida a quien visita con su coche este parking situado en pleno corazón de Chueca, no son del todo ajenos a la política de tierra quemada practicada durante las últimas décadas por los artífices del falso progresismo gay que ha convertido nuestras ansias de plenitud y devenir mort en un escaparate de neoconservadurismo hortera, esteroides y democrática parálisis à la mode.En 2005 se reinaguró el parking subterráneo de Vázquez de Mella, tras una remodelación proyectada por cierta arquitecta italiana, Teresa Sapey (Cuneo, Italia, 1962), autora, entre otras perlas, de frases como la de «lo bueno debe ser un poco cateto para llegar al corazón del hombre». No hay palabra alguna en la lengua italiana que supere en antigüedad a la Pirámide Escalonada de Dyeser. Nadie recuerda ya el discurso dado por Gallardón cuando cortó la cinta de inauguración (¡por segunda vez!) creyendo que con ello desenchufaba también la máquina que mantenía con vida el idealismo abstemio de los que, declinando amablemente los servicios de su cirujano plástico, habían aprendido a pasear su lipodistrofia con cierto orgullo no exento de pía resignación. Y nos la coló. No sólo nos colocó ahí, por las buenas, en mitad del espacio público, una absurda estructura de metal, tan simbólica como horrenda, peligrosamente suspendida (no se imaginan lo rápida, fácil y económica que resultaría su voladura) sobre un universo de superficialidad relativa y pública ignorancia. Me refiero a que también nos inoculó un mensaje subliminal, ahora imposible de extirpar, dándole la razón a las hordas de familias católicas que los domingos por la mañana pasan ante de Monumento al Estigma y, benévolamente, comentan a sus retoños: «niños, mirad, el monumento a los maricas».
El VIH nos afecta a todos por igual. El asfalto refleja la luz sanguinolenta emitida por palabras tomadas del "Canto V" de la Divina Comedia. Un pasaje que ilustra los tormentos que padecen las almas pecadoras que habitan el segundo círculo del infierno de Dante. Son las almas de aquellos que destacaron por su lascivia, y de ahí la moraleja: El sida es el infierno de las maricas lujuriosas (no, no es la tragedia de los millones de seres humanos, de todo género y edad, que han sufrido y sufrirán esta enfermedad). Ése es el mensaje que un puñado de políticos ha legado a la ciudad con este coño (o culo tragador de falos rodados) adornado con un bonito lazo rojo.

