"Passing lights"

¿Recuerdas aquella tarde en los lagos de Palermo, justo detrás del planetario? El invierno estaba terminando, era una de esas tardes soleadas pero cobrizas, el viento barría las hojas de los árboles como un aliento adormecido. Dimos un paseo por el jardín andaluz tomados de la mano, como padre e hijo (o madre e hijo, para el caso da igual). Me hablabas de tus proyectos infinitos, de que solo te interesaba construir bonitos juegos de artificio, cajas chinas dentro de muñecas rusas dentro de cajas chinas, mientras los patinadores "descamisetados" daban vueltas a nuestro alrededor. ¿Recuerdas el reflejo enrarecido de la luz girando sobre los rulemanes? Fue entonces cuando tras un silencio breve, un pájaro desgraciado te lanzó una cagada desde el aire, justo entre el ojo y el cristal izquierdo de tus gafas. Nos reímos como niños, tu cabello dorado aleteando en la semipenumbra que se avecinaba... (¿Acaso eran canas lo que ardía, como zarcillos secos, entre las hebras?). ¿Y el camino de regreso, lo recuerdas? Las luces infinitas de los coches, en la Avenida Alcorta, la marabunta de gente agolpándose a la salida del shopping, los cachorros desesperando en los escaparates de la tienda de mascotas, el absurdo presentimiento de que el tiempo se habia quedado congelado, suspendido en el tiempo, y que esa tarde de finales de Septiembre se alejaría y regresaría para siempre, como las olas.
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