Esperando a Dodot

Una situación precaria me obligó temporalmente a vivir en una casa de adopción. No estaba preocupado, ya me había sucedido antes. Aunque esta vez la familia me resultó un poco extraña. En la casa me destinaron un cuarto pequeño y destartalado. Caía el agua, desde una gotera, sobre el ordenador. Mucha humedad. Había una anciana en esa familia. Era japonesa? Quizá era que estaba ya desequilibrada por la demencia y chocheaba. En todo caso, todos eran extraños para mí, tan extraños como una mantis religiosa de dos metros posada sobre mi cama. Sobre esto reflexionaba cuando entré en la casa desde la puerta de calle (claro, no podía entrar desde otro lado, no?) y me encontré con él en el patio. Su vestido, floreado. El bolso, ínfimo. Los tacones, tres tallas más grandes y el sombrero de playa, despampanante. Las gafas de sol gigantes, como de cotillón, bien podrían haber venido en cualquier chupetín Topolino con sorpresa...Estaba mirándome, pero no me estaba mirando. Se movía rítmicamente sobre la altura de sus tacones al compás de una melodía de blues muy antigua, pero nueva, algo así como este nuevo primitivismo en el que Moby o Coco Rosie se regodean, un poco ñoño en su construcción. Su amusicalidad toma por sorpresa. (El gospel repetía "Circle in the saaaaaand" ad infinitum). He dicho que me miraba, si, pero en realidad podría haber estado mirando a un insecto que entró por debajo de la puerta, algo completamente aleatorio. Se movía hacia arriba y hacia abajo, los volados de su vestido se agitaban palidamente, haciendo notar la inmovilidad del mismo, como si estuviese demasiado almidonado. Me hizo recordar a la Daisy Duck, la señora de Donald. Era la señora de Donald, o la novia de siempre, no se. Nunca se habian casado, no? Se dió vuelta. Girar en derredor sobre sí misma le resultaba difícil. Con semejantes tacones...Entró al comedor. Estaban allí sus padres? Era su casa? La gente que me habia adoptado era parte de su familia, de eso no cabía duda. Así estamos...
<< Home